Y finalmente descubrí quién era gracias a la maternidad.

Por Tamara Zurita Riquelme.
Para los ojos de las personas que me rodeaban siempre fui una niña, adolescente y mujer extremadamente tímida, insegura y ansiosa. Muy ordenada, trabajadora, responsable y siempre dispuesta a ayudar a quien lo necesitara.  Sabía lo que se esperaba de mí y lo cumplía sin pensarlo ni cuestionarlo.
Hasta que el cuerpo me detuvo y me hizo pasar por crisis de pánico, de ansiedad y por situaciones muy complejas. Días y meses muy tristes y difíciles llegaron a mí. Todo lo que estaba bajo mi control ya no lo estaba, todo mi mundo se derrumbaba sin poder tener las herramientas para pararme.
Los años comenzaron a pasar,  los desafíos de la maternidad comenzaron a llegar y con ello un descubrimiento de un nuevo “yo”.
¿Qué estaba pasando con esa mujer tímida e insegura?, ¿Cómo estaba afrontando cada una de las situaciones con valentía y con una convicción nunca antes vista en mí? ¿Cómo estaba siendo capaz de olvidarme de mis propias sombras, para darle luz a cada uno de mis hijos? ¿De dónde estaba sacado esa fortaleza?, ¿Qué había cambiado en mí?.
Cada día que pasaba la vida me presentaba nuevos desafíos con mis hijos, desafíos que significaban cambiar mi vida por completo hasta que me atreví a dar el primer paso, con mucho miedo, pero lo di. Y di el segundo y el tercero… Dejé de escuchar a la sociedad, dejé de escuchar lo que se pensaba de mí y me refugie en el silencio, buscando esa sabiduría interna de la que tanto hablaban. Comencé a meditar, a rezar más de lo que habitualmente lo hacía, a escuchar en el silencio, a escuchar a aquellas personas que valoraban lo que era, comencé a pensar que quizás podía ser capaz… solo, quizás…
Y mis pasos comenzaron a sentirse poco a poco más firmes, algunos días incluso dejaban huellas al pasar. Algunos días corrí y otros, incluso llegué a volar. Todo por ver la sonrisa y la mirada de mis hijos.
Hay días que vuelvo a recostarme, a taparme y a pedir volver a ser la “niña invisible” que tanto soñaba ser, pero la diferencia es que ahora, solo dura unos pocos momentos y me vuelvo a parar, y vuelvo a ser feliz, y vuelvo a disfrutar, y me permito volver a ser la mujer que ríe, que brilla y que irradia amor a quienes me rodean. Me permito ser yo, me perdono mis errores, me enorgullezco de lo que soy  y de lo que he logrado y así he comenzado a sanar, así he comenzado a reencontrarme conmigo misma y a descubrir que soy capaz de mucho más de lo que todos pudiesen creer…
Y así más consciente, más feliz, más ligera, disfruto de la maternidad y confío en mi instinto y en mi sabiduría interior.
Si tienes miedo, da el primer paso…
Si crees que no puedes, da el primer paso…
Si crees que vas a fallar, da el primer paso…
Y cuando menos lo creas, estarás caminando, corriendo y volando junto a mí.
Con cariño
Para Mamá Confidente y para toda la comunidad.