Por Camila Piña.
Cuando nació Alonso, mi cachorro, me dediqué en 100% a él. Pero al pasar los meses, me sentía incompleta. Pensaba: No sólo soy mamá, también soy mujer, profesional, amiga, hija, entre otras.
Por eso, casi todas las noches desde que Alonso tenía 3 meses me dediqué a leer, estudiar, trabajar y a decantar ideas. Habían días que me dormía a las 6 para despertar a las 8 o 9. Otros días simplemente me quedaba dormida con Alonso porque estaba exhausta. En este periodo el celular se volvió mi indispensable y eso que era un celular básico.
Una charla de Steve Jobs siempre me dejó algo en claro, “no puedes conectar los puntos hacia adelante, solo puedes hacerlo hacia atrás” (refiriéndose a los puntos de la vida), así que sabía que todo lo que estaba haciendo, desde el corazón, tarde o temprano me iba a hacer sentido.
Una noche decidí abrir mi cuenta @wowmom.emprendedoras, solo que no se llamaba así y el foco no era a mamás emprendedoras. Pero nuevamente no me sentía plena, siendo que tenía todo para ello. ¿Qué me faltaba? La respuesta fue inmediata, faltaba el amor de mi vida, mi cachorro. Así que me dediqué a potenciar negocios de madres emprendedoras en redes sociales, donde podía incluir a Alonso también.
Empecé a escribir y a escribir y las palabras me salían solas, fue una verborrea de conocimientos más chochería de mi cachorro y en ese momento lo descubrí. ¡¡¡Había unidos los puntos!!!. Todo lo que me había pasado antes lo uní en algo que amaba y la pieza clave fue mi enano, mi cachorro, mi Alonso.
No fue fácil enterarme de mi embarazo, no era un buen momento. Pero siempre creí que todo pasaba por algo, me aferré a esa idea y puedo decirles que fue lo mejor que me pudo pasar. Nace un hijo y en paralelo se potencian muchas habilidades personales, tanto así que muchas veces digo “wow, cómo lo hice”. Por eso hoy agradezco a la vida por todas las vivencias, personas y situaciones por las que me enfrentó; créanme que llegará el día donde unan los puntos y dirán: ¡¡ah, para esto era!!.