Todas las formas del amor.

Tania Benavides.

Hace más de 5 años me preparaba para parir a mi hijo Dante.Y cuando nació supe que lo amaba infinitamente. Lo que no sabía era lo difícil que iba a ser amarlo en todas sus formas.

Desde pequeño llegó con su personalidad intensa. ¿Cómo esa criatura recién nacida podía estar manifestando su voluntad si no sabía donde tenía sus manos?

Entonces tuve que aprender. Aprender a leer sus señales, sus pedidos silenciosos (y otros no tanto), aprendí a respetar sus tiempos y sus necesidades. Lográbamos comunicarnos y por momentos pensaba que todo iba a ser mas sencillo.

Pero que equivocada estaba.

¿Cómo le explico a mi hijo que puede estar en contra de todo el mundo, pero que con mamá debe ser obediente?

¿Es posible criar a un niño seguro y confiado de si mismo, pero sumiso y dócil con su madre?

Mientras era pequeño muchas cosas resultaban casi como si fuera un manual de padres de la crianza respetuosa. Hoy debo ser mucho más creativa y paciente.

Se que he puesto altas expectativas en su crianza, yo espero muchas cosas de él y sin embargo, hoy debo aceptar que Dante tiene sus propias expectativas que cumplir.

Entonces, hoy a sus 5 años, me encuentro con un niño que sigue siendo intenso, con la personalidad que tiene, y si quiero mantener una relación saludable con él deberé encontrar otras formas de vincularnos. Siempre aceptando que él es como es y que yo también soy como soy. Ambos somos como somos y eso está bien.

Aún tengo que anticipar muchas cosas, ser clara en lo que quiero y espero de su comportamiento, negociar y ser paciente. A veces quisiera que todo fuese más sencillo, simplemente pedir algo y que así sea…

Pero él no es así y está bien. Lo amo igual.

Por que amar a un hijo es así, es uno de los amores más contradictorios que existe. Con todas sus formas.

Cuando nació Julián, 3 años después, me sentía mucho más preparada, pero la vida nuevamente me sorprendió:

si Dante era como nadar el mar, con sus olas fuertes e intensas; Julián era más como ver el atardecer desde la arena, más predecible, pero igual de maravilloso.

No sé como será mi relación con Dante y Julián en el futuro. Intento enseñarles que nuestro vínculo no nos obliga a amarnos, pero si a respetarnos. Me doy por pagada con que ellos entiendan y practiquen esta enseñanza en sus vidas.

Un abrazo a todos.

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