Ser madre: derribando expectativas y combatiendo sombras y demonios.

Desde mucho antes de ser madres, me imagino que muchas hemos dicho la frase «si es que soy madre alguna vez voy a ser así/ nunca haré….». Creo que todo parte cuando comenzamos a cuestionar a nuestros padres sobre su crianza hacia nosotros, sumado a lo que vemos a nuestro alrededor. Algunas típicas tonteras, como por ejemplo: no nos vamos a dejar estar, el cuidado de la apariencia física (no quería ser de esas mamás que terminan ocupando sólo ropa deportiva); que tu pareja debe seguir siendo lo más importante, la crianza amorosa con apego, entre otras.

Voy a comenzar desde el principio, del momento que nos embarazamos: Desde el momento en que planeas embarazarte, te das cuenta que no tienes control sobre tu cuerpo; yo tardé un año en quedar embarazada y ya estaba entrando en la desesperación, sumado a comentarios de gente, incluyendo profesionales, que desestiman tu fertilidad… las mismas personas que después lo hacen con tu capacidad innata de parir, luego con la crianza, etc. Nosotras las mujeres vivimos siendo cuestionadas y constantemente nos des empoderan; y yo creo que en parte por lo mismo muchas veces nos sentimos presionadas para llegar a ser perfectas. Todo lo anterior, creo que fue motivo de que mi embarazo fuera una etapa de total rebeldía.

Yo lo podía hacer todo estando embarazada! Tenía demasiada energía y por lo mismo me sentía capaz de todo, tanto así que quería un parto natural en mi casa con asistencia de una matrona. Nunca me ha gustado la idea de que alguien decida sobre mi cuerpo, ni algo que interfiera cuando GENERALMENTE nuestro cuerpo funciona bien de manera natural (me refiero a procedimientos y drogas en general). Sin embargo, yo sabía que iba a hacer lo que mi mente dijera en ese momento…y cuando llegó ese momento…bueno, no fue para nada como me lo esperaba. Comenzando por las contracciones con intervalos de menos de 4 minutos por alrededor de 15 horas, sí, horrible! Y con 2 hasta 6 cm de dilatación. Así que decidí ir a la clínica llegando con 8 cm. Y como era de esperar, me hicieron todo lo que no quería…En resumidas cuentas, sufrí violencia obstétrica y terminé con terapia de piso pélvico con kinesióloga y además, yendo a talleres de psicología (algo que me gustaría compartir prontamente).

Luego se viene la invasión de visitas que quieren conocer al bebé, incluso de algunos no están realmente preocupados por ti, o muchos que realmente no entienden lo que significa parir y convertirse en madre; con poco tino te preguntan y te comentan de todo sin entender el estado emocional en la que una se encuentra. Y no estamos así por las hormonas! Que no nos subestimen! Yo sé que se produce todo un cambio hormonal pero de por sí, la experiencia del parto (vaginal o cesárea) y luego hacerse cargo de un bebé de un momento a otro es un proceso de cambio súper fuerte.

Quise partir desde ahí porque desde que parí, todas mis expectativas se derrumbaron por completo y sientes una tremenda decepción, te das cuenta que a veces el estar empoderada no es suficiente, además de la angustia que me había dejado la experiencia del parto (que yo sé que no es lo normal). Pero para lo que venía después, sentí que en comparación, el parto en sí al parecer era lo más fácil y que de aquí en adelante iba a tener que dejar mis expectativas de lado e ir aprendiendo, porque ser madre es un constante aprendizaje.

El primer desafío: la lactancia materna. Mi hijo sufría de frenillo sublingual corto, no se acoplaba bien, terminaron practicándole una frenectomía. Y yo por mientras con unos pezones destrozados, sin ser capaz de amamantar, me extraía y me extraía leche para alimentarlo durante un mes hasta que yo sanara…todas las noches, cada 2 horas me sacaba leche para luego alimentarlo. No di mi brazo a torcer en cuanto a alimentarlo con fórmula, quise tomar el camino difícil y  no me arrepiento porque la lactancia materna ha sido lejos lo más reconfortante que he vivido en cuanto a la maternidad.

Reconozco que tuve cierta aversión a estar con mi hijo, algunas veces lloré cuando lo ponía en mi pecho porque me dolía mucho y además yo no quería alimentarlo. Los primeros días mi esposo se tomó unos días libres y estaba casi todo el tiempo con él y lo hacía dormir o lo trataba de calmar porque además, sufrió de cólicos y lloraba todas las tardes- noches. En este período la gente ya conoció al bebé y obviamente a esta altura ya desapareció, y ahí te quedas prácticamente sola; por suerte en mi caso fui recibiendo mucho apoyo de mi madre y mis hermanas porque mi esposo tuvo que volver a trabajar (sin llegar a dormir durante la semana) y ahí me quedaría sola durante todo el tiempo. Tenía pánico de quedarme sola con mi bebé, no me sentía capaz de poder manejar la situación hasta el punto de que mi mamá se quedaba a dormir a veces porque yo odiaba las noches ya que sabía lo que se venía (bebé llorando-estrés-menos producción de leche-más estrés).

En estos momentos me di cuenta que no me conocía como pensaba, no me sentía tan fuerte de mente como pensaba que podía ser…era un nuevo yo; y me cuestioné muchas veces que quizás no estaba preparada para ser madre, o quizás no tengo el instinto maternal porque me di cuenta que sola no puedo, necesitaba ayuda y me volví a sentir una niña; de independiente pasé a ser prácticamente dependiente y terminé sintiéndome más hermana chica que mis hermanas (soy la hermana mayor). Muchas veces quise salir corriendo y dejar a mi bebé con mi esposo. Fue lejos el peor momento que he pasado en mi vida. No hubo día en el que no me sintiera miserable durante los 3 primeros meses. Sentí que mi vida había acabado, era una muerta en vida. Muchas cosas dejaron de preocuparme, de cómo me veía y de haber perdido a mis amigas sólo por el hecho de ser madre. Obviamente no hacía nada por mí, nada de vida social ni nada en especial para relajarme o cambiar de aire. Dejé de preocuparme bastante por mi pareja y me sentí muy incomprendida sólo por el hecho de que él era hombre y yo mujer: yo estaba en un bote junto a mi bebé, pensaba que él se tenía que decidir si se subía con nosotros o se quedaba abajo, porque yo no me quería bajar.

Bueno, y qué he ido aprendiendo con el tiempo? Creo que nadie está preparada para ser madre porque no sabes cómo lo vas a vivir, es una experiencia única.

Por otro lado, nunca sabes lo que va a suceder ni cómo van a suceder las cosas, por lo tanto, no sirve de nada hacerse expectativas; creo que simplemente una debe abrir su mente y sus brazos para recibir lo que venga y batallarlo como mejor podamos.

En este aprendizaje fue cuando me di cuenta que esto no es un asunto mío, es de muchas otras mujeres y fue cuando comencé a pensar que las mujeres DEBEMOS vivir en tribu, no podemos estar aisladas, tanto por nuestra sanidad mental como por el bienestar de nuestros bebés. Estamos en una sociedad tan patriarcal donde las madres no encajamos para nada, ya se nos discrimina sólo por el hecho de ser mujeres y además cuando se es madre estamos súper olvidadas en muchos aspectos.

En estos momentos siento que tengo mi cuerpo a media mitad de salir del hoyo, tengo ganas de ejercitarme, de hacer nuevas amigas, disfruto mucho a mi hijo y con mi pareja nos reímos de las cosas nuevas que hace, sus gestos, sus gracias.

Ahora que mi bebé tiene 10 meses, todavía siento episodios de angustia al sentirme sobrepasada cuando él está irritable o demandante; muchas veces me siento sola y/o aburrida de no conversar con un adulto y sigo sintiendo que casi no puedo hacer nada más cuando estoy sola a su cargo.

Por eso estoy muy contenta de que Sindy haya creado este espacio porque como madres nos tenemos que apoyar de alguna manera, porque es parte de nuestra naturaleza de mamíferas el acompañarnos y vivir de cierta manera en manada. Y no importa lo que haga cada una porque estamos haciendo lo mejor para nosotras y por ende, para nuestros hijos; lo que es mejor para mí es probable que no lo sea para ti y tenemos que aprender a aceptarnos así y apoyarnos; además de las instancias que se generen cuando queramos escuchar consejos o  datos de ciertas cosas porque necesitamos de otras madres que están pasando por lo mismo que nosotras.

Admiro mucho lo que somos, al ser madres estamos explotando por completo toda nuestra esencia de ser mujeres, somos tremendamente poderosas, somos ricas, fructíferas y por lo mismo debemos valorarnos y tirar para arriba porque somos fabulosas, no necesitamos esa perfección estereotipada por la sociedad, la perfección la hacemos nosotras mismas  al lidiar con nuestras imperfecciones.

Me gustaría dejar una ventana abierta para que, si quieren, compartan las sombras y demonios con los que han tenido que batallar en esta hermosa pero intensa experiencia de ser madres. Los mías sin duda han sido dejar de lado las expectativas, superar este loco puerperio, dejar el miedo o la vergüenza de lado y atreverme a pedir ayuda cuando lo he necesitado o simplemente aceptar que no podemos hacer todo porque sí, todas somos la mujer maravilla pero superpoderes realmente no tenemos.

Un abrazo apretado a todas.