Por Fernanda Gaete González.
Para comenzar diré gracias Sindy por la oportunidad que me has entregado, siempre te recuerdo con mucho cariño ya que fuiste parte de mi infancia y hoy, se agradece poder ser parte de Mamá Confidente.
Cuando te conviertes en Mamá, tu vida cambia de formas que ni siquiera te imaginabas, tus prioridades no son las mismas, tu tiempo ya no depende de ti…
Fui madre por primera vez cuando tenía 21 años, recuerdo cada momento, cada detalle desde que supe que llevaba en mi vientre una de las mayores bendiciones que he recibido. Me sentía la mujer más feliz del mundo, dentro de mi crecía mi bebé, no puedo negar que sentí miedo en especial el último trimestre de gestación, ¡no estaba preparada para ser madre!, ¿cuándo estaré realmente preparada? Mil preguntas por mi mente…Cuándo se enferme ¿qué haré?, ¿seré una buena Mami? Uffff hasta ahora después de tener ya 3 hijos me lo sigo preguntando.
Creo en Dios por sobre todas las cosas y lo que más agradezco es tener la posibilidad de ser mami de 3 hermosos hijos, le doy gracias a nuestro buen padre Dios por darme esta oportunidad, he disfrutado cada logro vivido por ellos, fui muy bendecida ya que durante sus primeros años pude estar 100% para ellos, mi tiempo ya no fue mío y eso nunca me molestó, es más, disfruté esa bella oportunidad que no todas las mamás por diferentes motivos la pueden tener. Me dediqué por muchos años a mi hogar, los niños crecieron, cambiaron sus necesidades y las mías también, estaba feliz con mi vida, pero algo faltaba, algo que había dejado postergado por decisión propia, mis estudios superiores.
Con muchos miedos hace algunos años, me inscribí en la carrera de trabajo social. Siempre estuve ligada a la Iglesia, participé por muchos años en un grupo de misiones y como voluntaria en el hogar de Cristo, mi vocación de servicio debía ahora tener un respaldo teórico, quería aprender para poder ayudar de mejor manera al que lo necesite. En un principio me costó un poco ya que llevaba muchos años sin estudiar, mis días cada vez se hicieron más largos, por las mañanas clases, por las tardes mami y dueña de casa, y por las noches debía estudiar cuando los peques dormían ¡uffff era agotador! pero muy gratificante, fueron años difíciles ya que a todo el estrés de los estudios se sumó un divorcio que, aunque se veía venir yo nunca lo esperé… mi familia, la que Dios me había regalado ya no sería la misma. Fue muy difícil para mí esa etapa, me negaba a que mi familia se disolviera, pero comprendí que tenía que seguir siendo mami porque ellos necesitaban de mí.
Hoy termina un año que fue difícil para mí, pero confió en Dios que el próximo vendrá lleno de bendiciones. ¿Y el de ustedes cómo estuvo?
“Busca el reino de Dios y su justicia y todo lo demás vendrá por añadidura”
Cariños
María Fernanda Gaete
Trabajadora Social