Por Loreto Toledo Aguilera
Qué maravilla!
Cuando te levantabas con tiempo para cumplir los compromisos adquiridos, pensando en tu próximo viaje o tu nueva meta propuesta (una de las tantas para ese entonces).
¿Recuerdas cuando conociste a tu pareja, y comenzaste a planear una vida juntos?
Pronto pensaste en tener hijos… wow !
Y..
Luego de mucho o poco tiempo de casarte o convivir
Vino lo que tanto anhelaron… Te convertiste en madre. Y aquí voy a hablar por mí como mamá, ya que ser papá es distinto (lo siento pero no, no es lo mismo)
⁃Supiste que estabas embarazada. Alto impacto!
⁃ Cargaste esa panza por varios meses entre casa, trabajo, la calle, locomoción colectiva, etc. (Desde aquí comienza lo difícil)
⁃Superaste los achaques propios de embarazada. (Yo por suerte tuve pocos, pero se de mujeres que tienen muchos y no lo pasan tan bien)
⁃Aguantaste el bombardeo de información acerca de lo bueno, lo malo, lo feo y lo maravilloso que podía ser esta nueva etapa. (En mi caso, no faltó la desubicada que me asustó con más de un tema)
⁃ Y un sin fin de cosas que alargarían esta lista!!!
Después de esto, alguna vez ¿pensaste en ti como madre???
Te aseguro que lo que alguna vez pensaste que sería, no alcanza siquiera a cumplir tus expectativas. (En mi caso, ni siquiera me imaginaba, porque me aterraba la sola idea)
Hoy tengo 4 años de maternidad. Y creo que existe una antigua yo, y la actual. A veces me intento buscar entre los juguetes repartidos, las eternas cestas de ropa que lavar, los horarios de alimentación, el jardín, la rutina, la poca energía, el trabajo, el marido, las amistades (en ese orden)….
Y no… no me extraño .
De hecho, con este análisis digo
“Que ser mamá es la prueba más grande que puedes sortear. Y quizá la más fallida. Y necesaria. Y gratificante”. ¿Qué más dirías tú?
¿Volverías atrás?