Rodrigo Cortés
“Ok, no creo que sea difícil escribir una experiencia”, pensaba yo mientras aceptaba la propuesta de Sindy, pero debo confesar que me metí a su sitio web y me puse a leer algunas historias para inspirarme.
Primero que nada y para entender cómo funcionan algunas cosas en mi vida, les cuento que soy empresario informático. Acostumbrado a resolver los problemas con un sentido lógico y estructurado, te das cuenta que no hay mucho arte e improvisación en tus decisiones. Me casé y al año siguiente nació mi hija, a partir de ahí, nada resultaba tal como lo planificábamos, a veces las cosas cuando salían bien, no resultaba tan fácil aplicarlas, las decisiones son espontaneas, tu paciencia no es la misma, no duermes igual (que no es lo mismo que dormir mal), a veces tragas tu comida, las cosas andan rápido y tu tiempo se desvanece entre tanta cosa que haces y no está en tu agenda diaria “es un desorden” piensas, pero llega la noche y, mi hija de 2 años y medio, me pide que le cuente un cuento antes de dormir, se ríe, un te amo, te da un beso en la cara y es como que mandaras todo lo malo del día a la papelera de tu computador.
La Teoría: la primera palabra que dice un niño es “papá” o “mamá”.
La realidad: lo primero que dijo mi hija fue “Taltatar” (Baltazar), es el nombre de nuestro perro.
La teoría: culturalmente es la mamá quien está acompañando y enseñando a los hijos, la mayor parte del tiempo.
La realidad: Tengo la suerte de ser dueño de mi propio tiempo y destinar esos espacios para compartir con mi hija, bailar junto a ella, enseñarle las vocales, peinarla en las mañanas y lo más difícil de todo, al menos para mí, es elegir ropa que le combine.
Ser parte de una co-crianza me ha enseñado que, no solo mi hija crece, sino que yo estoy en constante aprendizaje como persona. ¿Qué significa ser padre para mí? Un desafío que se alimenta con amor infinito.
En definitiva, no hay sistema, estructura ni código para ser papá, la regla está en improvisar, usar el instinto la mayor parte del tiempo y disfrutar su niñez, porque después, dejarán de ser esas pequeñas personitas que dependen de ti, aunque en el filtro de tus ojos siempre serán así.