Por Camila Olmos.
Hola, me llamo Camila Olmos, soy una mamá joven de 22 años y estudiante de Ingeniería comercial. Quedé embaraza muy joven, a mis 20 años, a mitad de mi carrera universitaria, y fue difícil ya que fue en pleno estallido social, pasaron los meses y todo estaba bien, no tuve ninguna complicación, mi experiencia fue la mejor, hasta que llegó el gran día.
¡Teníamos pensando un parto natural, llegué a mis 40+2 semanas y nada pasaba!, hasta que me inducieron el parto y ni siquiera así, tuvieron que hacerme cesárea, todo salió perfecto, nuestro Borja nació grande y fuerte.
Al momento del alta todo cambió, empecé con fiebre, diversas infecciones “controladas” por el ginecólogo de cabecilla, me sentía pésimo, cada día empeoraba más, pasaron 15 días hasta que llego el 1 de agosto. Llegué al Hospital Gustavo Fricke con un shock séptico de origen uterino, en palabras más simples, me estaba muriendo. Mi vida hizo un giro de 180°, de pasar a la alegría más grande por la llegada de nuestro hijo, a una angustia enorme por parte de mi familia.
Me operaron de urgencias, me realizaron una histerectomía subtotal a cargo de una doctora que dio todo de ella para que saliera todo excelente, estuve en un coma inducido 4 días.
Mi pareja con la ayuda de mi madre tuvo que hacerse cargo de mi bebé al 100%, dejó de trabajar para cuidarlo y apoyarme desde fuera, es mi pilar fundamental para no decaer en los días difíciles, nuestro amor llegó al punto máximo, lo volvería a elegir mil veces más, es mi super hombre. Estuve 35 días en el hospital con altos y bajos, en una de las intervenciones conocí al esposo de Sindy, ¡me realizó una punción con éxito!, y me obsequió un libro que me había mandado @mamaconfidente, por eso conocí esta comunidad.
Nunca pensé que pasaría por esta terrible experiencia en mi vida, me perdí momentos importantes de mi hijo, la caída de su cordón, su primer baño, su crecimiento día a día, todo tuve que verlo por videollamada, la lactancia fue algunas de las cosas que más me dolió, no lo pude recuperar, pero cada vez que veía su carita me daba más fuerza para seguir luchando. Al llegar a casa fue difícil adaptarme a él nuevamente, llegué super delgada al punto que no podía sostener a mi hijo por mucho tiempo, estaba enorme. Como pareja fue difícil asumir lo que pasó, teníamos planes de vida que cambiaron, pero esto nos hizo amarnos, sanarnos y cuidarnos más, aún quedan heridas que sanar, se que es un proceso y que con el tiempo curarán.
A pesar de todo las angustias, días difíciles y lágrimas, todo valió la pena por mi familia. Me siento agradecida de Dios al darme otra oportunidad para seguir viviendo con más fuerza que nunca y disfrutando cada segundo de mi vida. Me siento feliz de que Borja me eligiera como su madre, y haya decidido ser solito, estoy plena.
Espero que mi experiencia les sirva para amar con más fuerza que nunca y vivir sin límites, porque la vida es muy corta y no sabes cuando te pueda tocar.