Por Jocelyn Cortés
Les cuento que soy madre de dos hermosos hijos, Cristóbal de 12 años y Martín de 3 años, felizmente casada hace 13 años con un hombre muy cariñoso y apañador en todo.
Mi primer embarazo fue bastante bueno, se sabía que venía grande, midió 54 cms. y pesó 4,140 kgs., parto normal.
La recuperación fue un poco complicada, ya que tuve problemas en mi columna; después de hacerme una serie de exámenes supe que tenía una discopatía, así es que imagínense el dolor; pero con el tiempo me ido recuperando.
Después de 9 años decidimos tener nuestro segundo hijo, nos costó concertar, por eso la diferencia entre ambos. Para mí era más fácil con uno, ya que podía continuar con mi emprendimiento y proyectos laborales. Por opción elegí junto a mi marido quedarme en casa y seguir de manera independiente y desde el hogar mis aspiraciones profesionales.
Además de esto, por el trabajo de mi esposo, debía quedarme sola con mis hijos por algunos periodos de tiempo sin su ayuda.
Hasta ese momento vivíamos en la ciudad de Viña del Mar.
El día 25 de diciembre del 2013, quedé embarazada de Martín, fue totalmente distinto; nauseas y malestares hasta los cinco meses de gestación, después logré regularizar todo.
En septiembre del 2014 llegó el momento, reventé bolsa en casa. Mi madre viajó unos días antes para ayudarme con mis labores, una gran ayuda.
Específicamente el día 9 de septiembre, a eso de las 16:00 hrs. llegué al hospital, entré caminando sin ningún problema y cuando ya estaba en trabajo de preparto, comenzaron las contracciones muy fuertes. Después de cuatro horas y media de actividad de parto, nació Martín pesando 3,700 kgs. y midió 51 cms., también parto normal con una episiotomía.
Hasta ahí todo iba muy bien, hasta que me dieron el alta médica; pues llegué a casa y al cuarto día se me cayeron los punto, fue doloroso. Lo único que me quedaba era hacer reposo. Gracias a una amiga matrona que me hacía curaciones, logré recuperarme después de tres meses.
Por el mismo «stress» se fue cortando mi lactancia, así es que decidí alimentar a Martín con lactancia mixta. Al principio me sentía mal porque todo el mundo se tomaba el derecho de dar opiniones con respecto a que solo debía darle leche materna. Por los motivos que les comenté anteriormente, no iba a dejar a mi hijo con hambre y seguí el consejo de una de las tantas pediatras que consulté. Ella me decía que solo siguiera mis instintos y que lo estaba haciendo muy bien al momento. Sus palabras aliviaron mi angustia, a pesar que ya tenía experiencia con mi primer hijo, pero donde ya había pasado tanto tiempo para esperar nuestro segundo bebé, me sentía como una madre primeriza.
Gracias a Dios salí adelante con el apoyo de mi marido, mis padres y familia en general.
A los pocos día de nacido Martín, por motivos laborales de mi esposo, nos tuvimos que trasladar a la ciudad Punta Arenas, así es que comenzamos a organizar la mudanza con tiempo.
Llegamos a esta hermosa ciudad con un clima muy distinto al vivido en la zona central. Lo importante es que la calefacción está presente en cada casa y en todo lugar donde vayas; es solo el viento a veces que se torna un tanto desagradable, con rachas que alcanzan más de 100 kms/hr.
Ahora estamos, ya hace tres años en esta zona austral, los cuatro sin ninguna red de apoyo, pero felices porque es nuestro proyecto familiar. Creo que lo importante de todo fue mi mentalidad, siempre positiva. Mi esposo en un principio temía por mi situación y característica de ser mamona, ya que me lo dijo muchas veces antes de venirnos que las visitan no serían tan seguidas para estar cerca de mis padres, aún así asumí el desafío y acá estoy feliz de la vida.
Actualmente Cristóbal y Martín, a pesar de sus 9 años de diferencia y distintas personalidades, comparten juegos, se cuidan y se respetan. El mayor muy protector con su hermano, cualidad que Martín se aprovecha de esta paciencia y amor que le tiene. Han sabido entenderse y se han comunicado muy bien, gracias a los valores que cada día les inculcamos como progenitores.
Nadie ha dicho que esta tarea es fácil, ni tampoco asistimos a clases de cómo ser padres perfectos, pero creemos que con amor, tolerancia, respeto y voluntad se puede lograr esta hermosa labor.