Por Francesca Aveggio Karmy
Ser mamá fue algo que siempre quise ser. Estaba siempre en mi proyecto de vida y me cuidé toda una vida para lograrlo: alimentación sana, evitar sedentarismo y buena compañía. Cuando supe que estaba embarazada de una hija no podía estar más feliz ya que pensaba que al usar anticonceptivos durante años me iba a costar más. Había leído textos de madres, blogs al respecto y algunas mujeres se acercaban y me comentaban sus experiencias. Sin embargo, nada se comparó al vivir la experiencia.
Uno cuando no tiene hijos, ve solo la punta del iceberg. El amor por tus hijos es indiscutible, a otro nivel insospechado, fuera de este mundo. Te cambia tu enfoque completamente, tu esencia sigue allí, pero se abre un mundo de precepciones y amores que jamás te lo imaginaste. El cansancio estuvo y el sueño también, lo que se intensificó aún más con la llegada del hermanito. Era una persona tan diferente a mi primera hija. Mientras que mi primogénita era una plumita, mi segundo era todo un BAM BAM.
La maternidad para mí siempre es desafiante, y cada vez más ya que día a día ellos van cambiando y es más exigente todo. Lo que siempre batallo es equilibrar los otros aspectos de la vida como trabajo y responsabilidades que a veces me pasan la cuenta y siento que les debo más tardes de lego y pinta caras interminables. Cuando se van con la abuela una parte de mí los hecha de menos a morir y otra sabe que es necesario para mi relevo. Hemos vivido momentos muy duros como cuando atropellaron a mi hijo, pero infinitamente agradecida verlo que se recuperó y que ese incidente tan angustioso nos hizo observar que la fatiga de madre es de cuidado y que hay que descansar, delegar. Lo recuerdo y se me secan las venas, pero les cuento que nos ayudó a unirnos más y a valorar el aquí y el ahora. Los momentos insuperables de amor le ganan al cansancio y a la fatiga. Ellos son mis pequeños grandes maestros que me recuerdan la importancia del juego, lo mágico de la naturaleza y el enfoque en una sola cosa, el ahora. Me siento bendecida.