Por Julio Carvajal Rodríguez.
Yo era uno de esos que no quería ser padre. Tenía una vida tranquila y holgada… hasta que supe de la existencia de este pequeño ser de luz, que hoy se ha transformado en mi razón de vivir. Cuando me preguntaban por cuando vendrían los niños, mi respuesta natural era que estábamos bien como pareja y que era algo que no nos preocupaba. Que más adelante lo veríamos. Que teníamos un perro maravilloso. Hasta que se hizo presente en nuestra vida con síntomas de parto prematuro, con contracciones desde la semana 24 que nunca pasaron, y lo peor, con mi compañera hospitalizada en la clínica y el miedo constante a que les pasara algo malo.
El primer gran susto de mi vida fue cuando en la semana 28 se la matrona me avisó que se había iniciado el trabajo de parto y que era inminente la llegada de Cundito (así le digo yo) a este mundo… y que si era creyente me pusiera a orar por que el bebé nacería si o si… por primera vez, sentí temor que algo malo le pasara ya que el médico lo calculaba con 1.100 gramos de peso…Yo que no soy devoto ni muy creyente, llamé al colegio católico donde trabajo y le pedí a la comunidad que oraran por el bienestar de mi hijo. Cuento corto el proceso se detuvo en 5 centímetros de dilatación y facundito con el cuello del útero borrado prácticamente y su madre planchada en la cama durante los próximos 2 meses llegó como un bebé prematuro de 34 semas y 5 días, con 3.235 gramos de vida por primera vez a mis manos.
Facundo Roberto es el nombre de mi hijo, Facundo porque encontramos que es un nombre con carácter que significa locuaz, que tiene el don de la palabra, y Roberto porque significa Victorioso o espléndido… Decidimos ese nombre en señal premonitoria de cómo queremos que él sea, teniendo la esperanza que el nombre es un ascendiente muy importante en la vida de las personas.
Con el paso del tiempo me fui enamorando de su pequeña presencia, fue transformando mi entorno, mi vida cambió de centro, hoy mis pensamientos giran en torno a su existencia… me propuse ser un buen padre, no sé si el mejor papá, pero sí el mejor papá que él pueda llegar a tener.
Hace algunos días su salud decayó y terminó hospitalizado en la clínica por una neumonía y una infección urinaria (dos cosas muy graves en un bebé de 9 meses). El miedo se apoderó de nosotros…. Un miedo que nunca había experimentado, de esos que te paralizan, que te obnubilan. No quiero que nada malo le pase a mi hijo… por favor que cualquier cosa me pase a mí y no a él… era aquello que implorábamos. Cabe destacar que esos días en que mi hijo estuvo hospitalizado estaba en vísperas de mi cumpleaños 36… Fue el cumpleaños más triste que pude pasar en mi casa solo pensando en ¿cómo podía ayudar a que mi hijo estuviera pronto de vuelta con nosotros en nuestro hogar?. Pero al día siguiente el hecho de verlo recibirme, conectado con una vía en el bracito y extendiéndolo para que lo tomara en mis brazos, seguido con ese papa-papapa…… me volvió el alma al cuerpo.
Hoy ya más recuperado disfruto cada día a mi pequeño valiente, a ese que cabía en un brazo y hoy cada día más grande, aprende cosas especiales de manos de su papá y por supuesto de la maravillosa mamá que le tocó a mi hijo.
Hoy solo digo que no existe un amor más grande…Si bien amo a mi mujer, a mis amigos, familia, etc. Nada se compara con el hecho de ser padre y lo único que pido es que nunca nada malo le pase o que por razones extrañas sea alejado de mí.