Por Igor Mendieta
Era un tiempo un tanto difícil con mi padre enfermo, donde justo esa semana nos enterábamos la triste noticia de que tenía un cáncer terminal con un pronóstico muy corto de vida. Pero como Diosito sabe cómo hacer las cosas, un presentimiento que tenía en mi corazón se hizo realidad con la visita de mi polola a mi trabajo quien presentándose con un chupete en la mano me hizo el hombre más importante en este Universo.
Inmediatamente le dije que debíamos vivir juntos, que quería acompañar y experimentar día a día el embarazo. Y así fue, nos acompañamos a cada instante, incluyendo el doloroso momento de la partida de mi Padre y, por supuesto, hasta el último instante del día en que se hizo realidad el debut de nuestro primogénito.
Con su nacimiento, todas esas ganas, esperanzas y sueños de tener mi familia se hacían realidad, al haber encontrado gracias a Dios, a mi media naranja, la persona idónea, la que había sido apartada para mí y yo para ella con el mayor de los privilegios, que El Celestial me encomendara la hermosa y maravillosa tarea para un hijo de Dios e incluso siendo afortunado a niveles Sobrenaturales; de ser Padre. Sin duda, todas esas experiencias negativas con personas que no querían o no les interesaba esta virtuosa misión, se hacían realidad, incluyendo las innumerables oportunidades en que como docente mis alumnos me llamaban papá por tan solo sentir el afecto entregado en clases. Con esta Gran legada, se hacían reales y palpables todos los sueños.
Sin duda, la sensación ha sido la más rotunda de mi vida, dando razón al ciclo de la vida donde unos deben partir pero otros deben llegar. Las partidas cuando son entendidas se aceptan con entereza y hacen que se atesoren todos los hermosos momentos vividos como familia.
Con absoluta seguridad puedo repetir y elogiar el hermoso ejemplo que me entregaron Mis Maravillosos Padres, que a pesar de que no están presentes, son mi guía y manual de instrucciones en mi memoria interna para poder ser cada día Papá. Agradecido eternamente estoy de Dios porque el Amor más hermoso es el que uno siente por sus Padres, pero cuando llega un hijo, ese mismo Amor se multiplica hasta el infinito y lo notas en todo, cuando te mira, en lo que se parece a tus padres, hasta a tí mismo, en los logros de aprendizaje, en las carcajadas, en sus primeras palabras, en gestos y muecas que para mí no teniendo a mi papás en vida, no te explicas cómo pueden gesticular igual que ellos, en ver lo dependientes que son de tí, en lo Grande que te hacen sentir, en lo importante que para ellos eres, en lo fundamental que es cumplirles tú palabra, en el sentir una pureza infinita al abrazarte y que siendo unos brazos pequeñitos se siente como un oso polar de la Antártida, en su llanto contenido por tú presencia, en el enojo calmado porque sabe que eres el Papá y el que tiene la razón, en jugar y no sentir los años encima, en ir a la Iglesia y sentir la presencia de Dios en la alabanza, en disfrutar cada momento incluido en tú trabajo como es mi caso, tremendamente afortunado.
Sin titubear lo volvería hacer……….por eso tuve el SEGUNDOOOOOOOOOOOO.