Por Pamela Correa.
Nunca fue prioridad ser madre, existían otros planes primero, pero llegando a los 30 años con mi marido decidimos que queríamos formar una familia y ser padres.
Pero el destino hizo lo suyo, pasaban los meses y no llegaba el ansiado positivo, empezamos con exámenes que son bastante invasivos para la mujer y para el hombre solo uno (me imagino que saben cual jejeje) y sería todo para ellos. Pero para la mujer hay muchos exámenes que son desgastantes a nivel emocional y económico. Pasamos por muchas clínicas en Santiago y el diagnóstico era el mismo «infertilidad sin causa», ¿qué quiere decir? nadie sabe porque pasa, donde es peor aún, porque no se sabe donde atacar y aumenta la incertidumbre y ansiedad. Se suma la poca empatía de algunos médicos, pero después del camino recorrido, pudimos encontrar un refugio y contención que necesitamos en ese momento en una clínica de Viña del Mar.
Así pasaban los meses y años, procesos de estimulación, fertilización de baja y alta complejidad (in vitro) y aquí cuando llegamos a este último proceso y el resultado fue negativo, me revelé por primera vez contra todo, mucha rabia y frustración, cambió todo en ese momento, modifiqué varios aspectos de mi vida, renuncié a mi trabajo de casi 12 años, opté por el camino de ser independiente y ordené varias cosas pendientes que tenía en ese momento. Se suma la presión social, preguntas incómodas, comentarios y consejos que no pides, pero las personas se sienten con la libertad de hacerlo. Se entiende que muchas veces no es en mala, pero los que han vivido esto o algo similar, saben que solo uno requiere de un abrazo o apretón de manos en ese momento. Lo demás no suma, solo aumenta la angustia, y la infertilidad es un tema que la pareja aún en estos tiempos vive muy en silencio y peor aún, como un tema «tabú».
Y así, ya llevábamos casi 6 años de todo, cuando un día cualquiera fui al ginecólogo porque me salió algo en mi pecho derecho, y el médico enseguida me preguntó ¿estás embarazada? Mi respuesta inmediata fue, no doctor, llevo años intentándolo, así que cero posibilidad, me dijo ¡si no hay regla de aquí a una semana hazte el test de sangre y me cuentas!
Y siiiii, esa cosita que me salió en el pecho fue solo un aviso de la noticia más maravillosa que he recibido en mi vida. Era el tan esperado POSITIVO y llegó sin ayuda médica, llegó simplemente cuando menos lo esperaba. Desde ese día todo cambió, mi hija, cumplirá 2 añitos justamente esta semana, ha sido un camino desafiante, una montaña rusa de emociones. A pesar de que mi hija era tan deseada, todo lo que te cuentan queda chico cuando ya tienes a tus hijos en tus brazos, en resumen te vuelves más vulnerable, ya no eres solo responsable de tu vida, ese ser depende de ti, tú eres su todo y ya no te imaginas la vida sin esa personita que te mira con todo su amor.
Desde ese día mi motivación es la crianza responsable, respetuosa, amable, compasiva y por sobre todo muchísimo amor para esos seres que traemos al mundo. Mi infancia y adolescencia fueron difíciles, pero tienes solo dos caminos, repetir esa historia o cambiarla, yo elegí la última, cambiarla y re construir. Hoy lucho por infancias sanas y para eso necesitamos padres sanos de corazón y felices. Mis proyectos y lo que mueve mi vida se basa en esto, y soy una agradecida de poder hacerlos de la mano de mi inspiración, mi maestra, mi hija María Jesús ( que su nombre significa la elegida, la amada por Dios).
Solo decirles desde mi experiencia que hay que soltar y dejar que el destino haga lo suyo, cuesta mucho entenderlo y practicarlo, pero cuando se llega a ese estado la cosas empiezan a fluir mágicamente.
Gracias a Sindy por este espacio para compartir mi historia, que espero les sirva algunos padres que buscan ese ansiado positivo o conocen una pareja amiga que vive este proceso. Gracias por visibilizar en todas estas confidencias la realidad de ser padres y madres.