Por Liseth Cortes
Hola mi nombre es Liseth Cortes, de profesión administradora pública, pero la maternidad me convirtió en emprendedora y hoy tengo una panadería artesanal de masa madre en San Felipe. Gracias a esto he podido darme el tiempo de hacer unos viajes con mi pequeña de dos años y sobre ello quiero contarles en esta confidencia.
El primero fue a Valdivia, mi primer viaje en avión. Colomba en ese entonces de 10 meses y yo convencida de volverla una bebé viajera, la verdad es que fue un fiasco, creo que le afectó el viaje porque mi pequeña literalmente explotó en el baño del avión y yo trataba de solucionarlo justo cuando el avión iba a aterrizar…imagínense la escena. El viaje de vuelta no fue mejor, con la diferencia que ahora fue en el baño del aeropuerto.
El segundo viaje, mi hija ya tenía un año ocho meses, iba preparada para vivir lo mismo, al punto de que la dejé super mal con su papá que está vez viajaba con nosotras para que se hiciera una idea de lo que podía pasar, pero nada pasó, hasta comimos y dormimos en el avión. Íbamos con planes de llegar a Machu Picchu, pero el itinerario cambió, aunque sufrimos bastante por eso, al final nos dimos cuenta de que nuestra pequeña viajera disfrutaba de todo, al punto de que lo miraba distinto, así que decidimos disfrutarlo con ella, tanto así que no queríamos volver, la vuelta en avión volvió a ser espectacular, nos vinimos a las 5 de la mañana y obviamente para eso la hicimos madrugar, pero ni eso afectó lo bueno de nuestro viaje. Ahora sólo queremos seguir viajando y creo que aprendimos que al igual que la maternidad, es mejor no trazar un plan, cubrir ciertas cosas, pero ir a la aventura y dejarse sorprender… ¡muy parecido a ser padres, toda una aventura!