Por Andrea Arenas.
La hermosa Sindy me invitó a hablar y compartir mi confidencia. Me costó mucho pensar en mi testimonio de maternidad, creo que es del que nunca hablo y se ha vuelto el más crucial y más silencioso en mi vida.
Yo era una mamá dedicada a la crianza, que trató de estar muy presente emocionalmente para mis hijas, quienes siempre fueron mi prioridad. Hasta que un buen día me separé. Partí de cero y no tenía nada prácticamente, menos tenía el dinero para sostener a mis hijas… por lo que decidí dejarlas con su papá mientras lograba independizarme.
Fue una de las épocas más duras de mi vida, pero aprendí una gran lección: antes de mi separación vivía quejándome de lo duro que era ser mamá y el poco tiempo que tenía para mí. Lo cierto es que hace más de un año que no tengo el privilegio de despertar todos los días con mis hijas. Ahora siempre tengo que compartir las fechas y las celebraciones. Valoro más que nunca el poder tenerlas en mi vida, y el día que vuelva a formar una familia valoraré cada día de estar con mis hijos. Porque nunca sabrás cuando las cosas pueden cambiar, siempre es importante agradecer lo que das por sentado.
También, me tocó hacerme cargo 100% de mi vida. Antes, siempre tenía el lema “es que no puedo porque soy mamá, es que no puedo porque no tengo tiempo”. Créanme que, cuando no tienes opciones, todo eso sólo te sirve de excusa… porque en la realidad, las excusas no dan de comer ni ponen un techo sobre tu cabeza. Así que tienes que salir a la vida a generar eso que tanto necesitas, deseas y sueñas.
Hoy la separación ha sido mi gran maestra. Sé que es importante tener un círculo de apoyo, alguien que te releve de algunas funciones como mamá, y que te apoye con algunas responsabilidades. También, que puedes tener una vida: puedes ser mamá, dueña de casa, administradora, trabajadora, amiga, polola y mujer… y puedes hacerlo todo cuando dejas las excusas y tomas responsabilidades de lo que quieres crear para poder planificar tu tiempo y tu energía. Se puede. Yo no soy una maravilla, ni tuve la infancia más perfecta como para decir que emocionalmente tenía los recursos… al contrario. Pero mi determinación por crecer y por cumplir mis sueños es más grande que mis miedos. Sé que cuando te amas a ti misma, adquieres la confianza de mil Everest, que eres tú prioridad porque es la fuente de tu energía, porque eres tu propio hogar. Hay mucho que decir de eso, pero en la base está el amor por ti misma. El día en que de verdad te ames, ese día no tendrás límites.
Un abrazo