Mamá al Día

 

Por Camila Rojas.

 

Durante mi embarazo me informé bastante sobre parto respetado, eso me llevó a recorrer varios ginecólogos hasta llegar al indicado, aquel que compartía mi visión de parto (sentía   mucho miedo a sufrir violencia obstétrica) Gracias a Dios tuve un bello parto, pero no fue así mi estadía en la clínica.

 

Tenía un poco menos de 24 horas mi hija, estábamos en la habitación cuando llegaron de rutina a tomarle la temperatura la cual estaba un poco alta, hacía demasiado calor en la habitación y como padres primerizos la teníamos abrigada, la enfermera nos solicitó desabrigarla y que vendrían cada 30 minutos a controlarla, fue así que a la cuarta vez decidieron llevársela para revisarla.

 

Cuando regresaron, mi hija venía con una enfermera joven, le pregunté que había pasado y con un tono bien poco amable me dijo “dejas con hambre a tu hija, estaba deshidratada y tuvimos que darle relleno”. Estaba en pleno puerperio creo que hay otras maneras de decir algo así, ¿no creen?  Automáticamente comencé a llorar y a sentirme culpable, la enfermera me miró, me dijo que pasaría la pediatra y se retiró.

 

Toda la tarde estuve llorando, hasta que ingresó una matrona u enfermera no recuerdo bien, me vió afectada y preguntó qué me pasaba, mi pareja le comentó (a mi me costaba hablar) y  me dijo que me calmara, que  mi hija estaba bien y que si le habían indicado relleno yo no sería mala madre por eso, que un relleno no le haría mal.

 

ESO es lo que uno necesita, contención, amabilidad, entregar confianza. Dios, estamos recién paridas!!! Me angustia pensar en aquellas mujeres que tuvieron que vivir violencia obstétrica tanto dentro como fuera del pabellón.

 

Ese mismo día pasó a controlarme mi ginecólogo, entró cuando yo estaba llorando, se preocupó y me preguntó que había ocurrido, me tomó de la mano y me contó la experiencia que vivió con su mujer, así estuvo al menos 20 minutos hasta que logré calmarme.

 

Mi ginecólogo fue fundamental en mi embarazo  y en ese momento más que nunca, puede ser una tontera pero ¿a que madre le gusta escuchar que deja con hambre a su hija y producto de eso la bebé se encontraba deshidratada?

 

Cuando me dieron el alta la pediatra me dejó indicado relleno y así estuve el primer mes, con lactancia mixta creyendo que mi leche no era suficiente, sintiéndome frustrada, mala madre y escondiendo el relleno para que nadie me juzgara. Ojo, que yo respeto a las mujeres que no pueden dar pechuga, o simplemente no quieren, pero en mi caso si quería y no era fácil aceptar que “no podía”.

 

Mi humilde consejo para las futuras madres es: informarse para así llegar preparadas a un momento tan importante y llegar a un ginecólogo que comparta tu visión de parto.

 

 

Yo cometí el error de sólo informarme de parto respetado y no de lactancia, si me hubiera informado sabría que con el calostro era suficiente, que era imposible dejar con hambre a mi hija si estaba en un peso normal y que por lo menos deberían haber esperado el control de los 10 días para ver si no había subido de peso y recién ahí entregar tal diagnóstico.   Si me hubiera informado quizás el mal rato lo hubiera pasado igual, pero mi confianza no se habría visto afectada teniendo que estar un mes sintiéndome pésimo.

 

Lo importante es educarnos y empoderarnos, nuestro cuerpo es sabio y hay profesionales poco actualizado y como dicen “información es poder” que nadie nos prohíba disfrutar de algo tan importante en nuestra vida como un parto ya sea dentro como fuera del pabellón.

 

Un abrazo para todas

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