Por Fresia Espinoza.
Hola!
Soy Fresia, mamá de dos niños tiernos, Rafael de 4 años y Matías de 7 meses y quisiera contar mi experiencia con respecto a la maternidad, especialmente en cuanto a la convivencia con amigas y mujeres en general.
Siempre he sido de tener amigas, buenas, entrañables, las cuales me acompañan desde el colegio, la universidad y ahora las nuevas, las que aparecieron en tardes solitarias, mientras estaba con Rafa en la plaza o en la sala de juegos de mi edificio.
Cuando supe de la existencia de un nuevo ser en mí, siempre prometí dar tiempo para mis amigas, seguir juntándome, estando para ellas… también esperaba que ellas siguieran a mi lado y me acompañaran en el descubrimiento de esta nueva etapa…una vida sin mucho tiempo para uno, una vida muy sola, muy de organización y tiempos limitados, alejada del trasnoche de fiestas o juntas, alejada del tiempo eterno para uno. Ahora las despertadas son por llantos y el tiempo se divide entre responsabilidades, actividades de los pequeños y la menor parte, pero no por eso mala, para uno.
Antes del nacimiento de Rafael, durante su gestación, me pude percatar de cómo las amigas, las verdaderas, realmente están felices con la llegada de un sobrino, cómo te miman, cómo te cuidan y quieren tu bienestar…son las que no te exigen tiempo, son las que te llaman para saber si estás bien, si te sientes bien, son las que llegan sin aviso a traerte algo dulce, las que entienden tus cambios de ánimo y tus nuevas prioridades, son las que están para hacerte compañía en esta soledad. Muy distintas a estas amigas son aquellas “mujeres”, pares que ni siquiera por respetar al género se avergüenzan de ser mujer, nunca he logrado entender cómo hay féminas tan duras, irrespetuosas y faltas de amor con su misma especie. He podido ver la discriminación por no ser tan entretenida, por no poder juntarnos a horas normales para muchos, he visto cómo se critican por el aspecto despreocupado o cara de cansancio que tienes, el cambio de tus prioridades laborales en medio de este torbellino llamado maternidad. He visto cómo ese nuevo amor es menoscabado y poco entendido para aquellas que ven en la maternidad una desgracia para sus vidas. Cómo maltratan y tratan de floja a una madre que se queda en casa cuidado de su hijo, sólo por no entender que las prioridades para esa mujer son distintas. Me encantaría que existiera la posibilidad de ponernos en la vida de la “otra” y ver que toda vivencia es personal, es respetable y nada ni nadie puede menoscabar la experiencia que cada mujer quiere y elije vivir.
Agradezco esta nueva etapa, he logrado vivir y gozar a mis grandes amigas, las conversas cortas y de calidad, los abrazos sinceros, las juntas con interrupciones permanentes, las mujeres que no se molestan por estupideces, las amigas que a pesar de no hablar o verse durante días o incluso semanas, siguen ahí a la espera y atentas a cualquier llamado de verdad, de vida, de amistad. Agradezco también a la vida que en este último tiempo me regaló 5 nuevas amigas que quisiera destacar porque son mis vecinas, nuestros hijos nos hicieron amigas, juntaron nuestras dudas existenciales, nuestras alegrías y problemas para acompañarnos, para seguir creyendo que la maternidad suma y no resta como lo hacen sentir, resta en sueño y tiempo, pero en vida y experiencia suma profundamente. Espero tod@s los que leen este texto puedan comprender que la maternidad puede ser muy solitaria, pero depende de uno y las bondades de la vida, lograr entender que hay que dejar de nuestro lado a las personas que nos hacen realmente bien y felices.