Por Catalina Schaerer
Apenas había anunciado que estaba embarazada, cuando me llegaron millones de preguntas. “Y, ¿era planeado?” “¿cuántos quieren tener?” “¿qué te gustaría que fuera?” y me di cuenta que, siendo mujer, iba a tener que estar por siempre asociada a una eterna lista de pendientes.
Primero estudias, luego pololeas, luego te casas, luego tienes el primer hijo, luego el segundo, que no falte la niñita, y así. Siempre “debiendo” algo al resto. Que agotadora puede ser la sociedad.
Pero quizás la pregunta que más resonó en mí fue la de “¿estás preparada para la maternidad?” seguida por “¿estás lista para no dormir? ¿no tener tiempo? ¿no tener vida sexual? ¿no poder ir al baño sola?”. Rápidamente, me di cuenta de dos cosas:
- Que muchas personas reducen la experiencia de maternidad a lo que dejan de vivir o de tener, en vez de lo que ganan. Esto es muy común en las personas que temen al cambio, que prefieren aferrarse a lo conocido o que detestan la incertidumbre.
- Que hay personas que aún creen en LA maternidad. De esto culpo a la sociedad. Cuando nos convencen, en la publicidad, en la literatura, en las películas, incluso en los estudios al respecto, de que es la maternidad es una.
Acá es donde saltaba a decir “no, no tengo idea de que se tratará mi maternidad, pretendo vivirla y averiguar en el camino” y todos quedaban dudosos de mi respuesta, a veces hasta dolidos de creer que había altanería en mis palabras, cuando sólo había la más profunda sinceridad.
Incluso hoy, peleo a diario porque se deje de hablar de LA maternidad, pues da la sensación de que fuese una disciplina que todas las madres ejercemos. Desde esa perspectiva, entonces es perfectamente posible crear rankings, competir o ponernos en categorías, como cualquier deporte. Las madres sabemos que eso es imposible. Lo que a unas les funciona no necesariamente me funciona a mí, incluso, lo que me pudo funcionar con un hijo no necesariamente me funcionará con el siguiente.
No tengo idea de dónde saqué esta sabiduría en mis años pre-mamá, pero es una sabiduría que he acarreado en mi mente y la tengo presente todos los días de mi vida.
Hoy, uso mi cuenta de Mamá Sin Caos (@mamasincaos) para visibilizar la humanidad detrás de cada maternidad, que todas nos equivocamos y no es el fin del mundo y trato de combatir este afán por competir y corregir a la de al lado. Creo firmemente que si nos unimos, podremos hacernos respetar frente al resto de la sociedad. Sólo si funcionamos como una tribu unida, al igual que como pretende el feminismo, seremos capaces de generar los cambios mentales y estructurales que se requieren.
Por mientras, agradezco lo que mi maternidad me ha enseñado y lo mucho que me ha hecho crecer y madurar en estas ideas.