Por Sandra Varas Valdivia.
Prometí escribir mi confidencia, así que ya me siento culpable porque no he cumplido con mis compromisos (cosa de mujeres), muchos dirán en tu tiempo libre y nosotras las mujeres diremos:
¡Si claro, en mi tiempo libre!, (léase, con ironía por supuesto)
Mujer, Profesional, Madre de 3 hombres, un aborrescente de 15, un hijo sándwich de 5 y el conchito de 1 año, más un marido regalón (o sea 4 h hijos), Contador Auditor, Encargada de Finanzas, Terapeuta Floral y Psicóloga en Formación (uff, me cansé)
Aquí estoy, cumpliendo como hacemos todas las mujeres.
Entre criar cabros (y lo escribo con mucho amor, porque pucha que los amo pa’ no haberlos abandonado) trabajar fuera de casa y ser esposa, mi cuerpo estaba dando señales y no hacía poco tiempo.
Escapes de orina ¡Oh, horror de horrores, me hacía pipí al más leve estornudo o tos!
Al principio no le tomé mucho asunto, pero fue pasando el tiempo, me di cuenta que por más ejercicios de Kegel que hacía (recomendados por mi amiga matrona), no eran suficientes.
Un día, al término de una consulta con el ginecólogo que me atiende desde hace 16 años, como última cosa, se lo mencioné, él, muy relajado, me extendió un papel derivándome al kinesiólogo y me dijo:
¡Qué bueno que me lo preguntas!
(Me sentí en el submundo del profesor Salomón y el cajarito tutututu: ¡muy buena pregunta desgraciada!)
Porque nadie se atreve a decirlo, que debemos hacer ejercicios de prevención (y yo preguntándome ¿por qué no me lo explicó en estos 16 años?):
Me explicó allí entonces, que el piso pélvico, suele tener algunos cambios cuando uno tiene partos normales (yo 3).
Que, con la edad, vamos perdiendo la elasticidad (o sea estás vieja, con apenitas 40 años)
Y que, si no lo veía a tiempo, deberían operarme y no siempre la operación lo mejoraba por completo, peor aún, influía (y esto si es lo peor) en nuestras relaciones sexuales (y ahí sí me asusté)
Mi mente se imaginó en el pabellón (ahí toda indigna con las piernas abiertas)
Yo con cara de sorpresa, sintiéndome una ignorante total y absolutamente, recibiendo la noticia de un descubrimiento en mi propio cuerpo ¡¡Tenemos un piso pélvico!!
Obvio saqué mi celular y busqué en San Google:
El piso pélvico es una estructura muscular y ligamentosa que se encuentra en la parte baja de la pelvis, que sostiene estructuras como el útero, vagina, vejiga, uretra, ano y recto. Además, en esta área existen centros nerviosos que controlan su funcionamiento. (y un dibujo del piso pélvico, o sea de verdad existe)
Sentí pena por mí y por tantas mujeres que piensan que es normal (pues hice entrevistas luego del descubrimiento y todas me miraban con cara de sorpresa y vergüenza, claro está)
Debemos vivirlo y no nos atrevemos a decirlo, que no tengamos los recursos o herramientas para tratarlo, y lo peor de todo (y lo escribo por mi) ignorante de mi propio cuerpo, dejando de lado nuestras propias urgencias por las de nuestros hijos y familias, pues esas sí, son urgencias para nosotros (sin arrepentirme por supuesto)
Fue así, que me recomendaron por todas partes a la Kinesióloga Carolina Reyes quien me explicó, a mi ignorancia asumida, con manzanitas toooodoooo.
Ella es experta en Suelo pélvico en San Felipe, y justo hoy, tuve mi evaluación post tratamiento, luego de tres meses de ejercicios apoyada con pilates (aprieten su suelo pélvico, me parece escuchar a la profe, en mi tiempo libre 8 A.M, luego de dejar a mi angelitos en el colegio y posterior a pilates, ir a trabajar), en donde le confesé: que no tenía mucha esperanza al principio de que funcionara y que pensaba que tenía que pasar por pabellón para arreglar mis escapes de pis.
Debo agradecer a la Kinesióloga Carolina Reyes, a mi constancia y mi tiempo libre (las consultas eran a las 8.15 am, cuando no iba a pilates o la guagua se enfermaba) por escuchar mi cuerpo a tiempo, pues hoy no tengo esos escapes, ni pequeños que sean.
Démonos tiempo para nosotros, escuchemos nuestro cuerpo, aunque nos cueste, aunque sintamos culpa, aunque debamos correr, aunque existan obstáculos que debamos sortear para lograrlo, aunque nos sintamos ignorantes, el tiempo pasa rápido, los hijos crecen rápido, pero siempre, siempre debemos amarnos y ser también prioridad, porque somos el pilar fundamental de nuestras familias, y esto, no es un nuevo descubrimiento, es la santa y pura verdad.
Un abrazo a todas