El Peor temor

Por Stephanie Vásquez Mora, 21 Mayo 2018

Desde que tengo memoria siempre quise que mi primer y «único hijo» fuera un varoncito. ¿Por qué?, porque aunque suene absurdo para algunos, fuí abusada sexualmente cuando pequeña, por el padrino de bautizo de mi hermano y el sólo hecho de pensar que mi hija pudiera siquiera vivir algo así, me volvía loca. Pero Dios dijo otra cosa, ya que a nuestras vidas llegó Anais para decepción de muchos, puesto que mi marido tenía 2 hermosas princesas antes de conocerme.

Aún recuerdo la cara de ellos 3 y ese: «Aaaaaaaah» prolongado, cuando el doctor dijo que nuestro bebé era mujer. Ahí mi corazón se partió en dos y yo creo que Anais sintió el rechazo de todos. Recuerdo que llegué a casa llorando, ni siquiera saludé a mis padres, sólo me acosté, y esa noche ni Anais, ni yo, pudimos conciliar el sueño. Hoy no puedo vivir sin ella, mi esposo esta chocho y sus hermanitas la adoran, todos estamos enamorados y preparados con escopeta en mano para espantar esos jotes y eso que Anais tiene sólo 1 mes y medio.

El primer fin de semana que estuve sin Anais fue porque viajé desde Quilpué a Rinconada para cambiarnos de casa y ordenar todo (yo vivo a 2 cuadras del Jardín Infantil de la pequeña Ámbar…la de la noticia…sí ella) cuando en el wsp de mi trabajo empezaron los «no puedo creerlo», «desgraciado», «maldito» siendo lo más suave. Le consulté a un amigo que sucedía y me contó, ¡Fué horrible! Yo había compartido con ese pelotudo en su época de campaña y crucé más de alguna palabra con él, jamás me dió buena espina pero uno jamás piensa en lo peor, que destruyan una vida y la inocencia de un niño, un bebé, un angelito de Dios. Tenía una angustia tremenda, sólo quería devolverme a casa y ver a mi hija Anais, abrazarla, darle mil besitos y repetirle una y otra vez que su mamá siempre la iba a cuidar y proteger de todos los males y que nada le pasaría… Aunque es iluso y curioso pensar «no querer que le pase nada a tu hijo» ¿Por qué?, porque si no, no le pasaría nada y se que debe vivir sus propias experiencias de vida, reír, llorar, amar, sentir…

Mi agresor hoy vive aún a 2 cuadras de la casa de mis padres, claro que está postrado en su cama por un mal que le aqueja. Así como él, sé que Dios tiene su mano castigadora para aquellos que osan hacerle daño a sus angelitos enviados a la tierra a derramar amor. Mientras tanto nos queda no olvidar aquellos que no tienen voz y pedir que exista verdadera #JusticiaparaAmbar y para todos los menores que han vivido este tormento, porque ellos no están solos y es nuestro deber no bajar los brazos, por ellos, por nuestros niñ@s.

Les presento a Anais, la niña de mis ojos.