“Dios aprieta, pero no ahorca”

Jose Urtubia

Comienzo este post, con una frase algo recurrente para mí experiencia: “Dios aprieta, pero nunca te llega a ahorcar”. Así es, y hoy en Mamá Confidente, quiero compartir parte de mí historia asociada a la noche de Navidad esencialmente.

En Octubre del 2007 me tocó ver partir a mi Padre, la ley de la vida se imponía de forma dolorosa, pero era algo que debía llegar. Lo vivido en ese entonces fue un momento muy doloroso, pues un mes después me encontraba en la Ceremonia de Titulación recibiendo el cartón por el cual juntos habíamos luchado. No escondí mi enojo con el de arriba, pues al comenzar el mismo proceso que comento, le había tocado partir a mi Madre, en fin, siendo hijo único, ahora sí que me quedaba realmente solo como siempre me lo decían.

Si bien siempre he tenido la capacidad de reponerme a la adversidad, de una u otra forma, me sentía bastante dañado, me quedaba solo con mi perro, ¡sí solo con aquel, con el cual aventuraba desde los tiempos de Colegio!. Ya tenía muchos años, se notaba en sus movimientos lerdos y poco coordinados, pero ello no le impedía ser un gran compañero, tanto así, que a su forma siempre podía otorgar cariño. Pasamos la Navidad de ese 2007 solos los dos. Fuimos apoyo el uno para el otro, tanto, que aún recuerdo en mi memoria el aroma de su cuerpo, pues no niego que la pena y la soledad me invadieron, por lo que debí refugiarme en un abrazo buscando algo de consuelo. Ahí me sentí casi ahorcado, asfixiado, por el presente que teníamos, pues no contaba con Familiares cerca, y lo que sí, también se avistaban bastante lejos, pese a la corta distancia. Me prometí ese día, seguir guerreando, para ojala nunca más vivir y sentir esa desolación en mi interior, a él le pedí, no dejarme mientras pudiese. Pasaron los años y cada vez enfermo más, la vida ya empezaba a cobrarle al pobre “Guatón”, como llamaba con cariño a mi perro. Afortunadamente, ya había conocido a Carol, mi actual Señora, juntos lo cuidábamos y regaloneábamos. Para el 2013 supimos que seríamos Padres, me llené de nerviosismo interno, pero también se me alegró la Sonrisa. Vivimos el embarazo a concho juntos, pues afortunadamente y lo digo así, para ese entonces me había quedado sin trabajo. Pasamos una que otra, pero, pude ver el desarrollo y cada cambio de Carol en la gestación de Josefina, nuestra hija. Lo recuerdo con alegría, mucha alegría, pues eso lo cambiaba todo, ya no estaría más solo, a partir de su gestación se daba origen a una nueva familia, a nuevos sueños y proyectos. Mi perro guatón, poquito a poco se iba apagando, ello internamente, contrastaba mi alegría a momentos, pues lo veía decaer, ya que su tiempo de partir se acercaba.

El 27 de Junio de 2014, a las 15:11 hrs., llegó Josefina al Mundo, llegó mi nueva compañera, a hermosear mi vida y llenarla de color, al día siguiente mi mejor amigo hasta hoy, y creo ya por siempre, se despedía. Su cuerpo no pudo más, fue fuerte y cumplió, pues casi 7 años antes le había pedido que no me dejase solo, y así fue. Hoy disfruto cada día con mi amada Hija, trajo la marraqueta como dicen, tengo un trabajo estable y lucho por cada espacio libre de tiempo otorgárselo a su crecimiento… es que no me quiero perder nada de ella, la amo, y como no, si además de ser parte de mí, es mi esperanza y mis deseos por seguir el camino, ahora claro, tomado de su mano.

Hace poquitas horas hemos vivido Noche buena, el nacimiento de Jesús y por supuesto ya 4 fiestas de Navidad juntos, desde su llegada, todo ese distinto, ya no hay soledad, así que cada vez que sonrió y doy gracias por tener a mi propia familia hoy, doy también gracias a cada instante por haber podido contar con este amigo perruno, quien nunca me abandonó. Rara la vida…. Pero no menos interesante de descubrir. Dios aprieta, pero nunca ahorca. Espero les haya gustado, pero también les haya hecho sentido. Saludos a tod@s y Feliz bienvenida al nuevo año 2018.