Por Rosario Hevia.
Cuando nació mi primera hija, Emilia, estaba tan fascinada con todo, yo mamá primeriza y Emilia, primera nieta por parte de ambas familias. Era tanta la fascinación y tanto los regalos y herencias que recibí de varios primos, que no me di cuenta lo absurdamente cara que era la ropa de las guaguas y niños. Por otro lado cuando Emilia nació, yo no tenía nana que me ayudara en nada y admito que lavar ropa entre dar pechuga, mudar y tratar de dormir no me salía nada fácil.
Como resultado Emilia tenía muchísima ropa y yo era absolutamente ignorante del costo que esta tenía, ya que la gran mayoría no la compré yo.
Pero… todo cambió, cuando estaba embarazada de Mati, mi segundo hijo, ya no era el centro de atención, porque no era el primer nieto, ya había nacido además, un primo. No tenía de donde heredar grandes cantidades de ropa tampoco. Así que con una guata de 5 meses decidí revisar la ropita que cuidadosamente había guardado de Emilia.
Que espanto!!! Horror fue lo que descubrí! De las 4 cajas que había guardado había unas 10 prendas que no eran rosadas o tenían mariposas, flores etc. Tenía muy poco que podría ser considerado unisex. Pasó mi babyshower sin cambiar mucho la situación. Seguía teniendo extremadamente poca ropa para Mati.
Así que partí buscando en ropa usada, en ropa de supermercado y en ropa de marca y no me gustó nada lo que encontré. Mi experiencia fue la siguiente:
- En ropa usada, que era mi primera opción, no encontré un lugar que tuviera gran variedad de ropa y que a la vez estuviera ordenada, limpia y con una grata experiencia de compra. No quería ir a ferias o pasarme recogiendo un par de prendas en diferentes estaciones de metro.
- Fui a los supermercados y si bien compre un par de cosas, no me gustó tanto la calidad de la ropa y los diseños no eran tan lindos.
- Revisé la ropa de marca y me enamoré de casi todo lo Colloky, Carter´s y Coniglio (hay varias otras, pero estas tres marcas me encantaron el estilo, taquillero, como mini hombrecito), pero horror al ver los precios! Un osito carter´s costaba $14.000!!!
¿Qué iba a hacer? Me encantaba la idea de tener un ajuar suficiente para no ser esclava del lavado, pero no estaba dispuesta a gastar una fortuna, ni vestir a mi hijo con ropa que no me gustaba!
En mi desesperación es que postié en Facebook: “Busco ropa de niño, tengo ropa de niña en perfecto estado para cambiar”. Se mueren los comentarios, muchos amigos se rieron, declararon que iba a realizar una vaca para ayudarme a financiar la ropa de mi hijo, incluso me preguntaron si tenía realmente algún problema económico.
Aquí me di cuenta que, a priori, todavía no está muy de moda el pensar en ropa sustentable, es decir ropa que no sea nueva para no seguir aportando a la contaminación de la industria del textil. También me di cuenta que la mayoría de personas de mi círculo, una vez usada la ropa la regalaban a familiares y de no tener, a sus nanas o sus conserjes. El valor que le daban a la ropa que ya habían usado era muy bajo, mientras que los precios que te veías obligada a pagar si querías ropa de marca eran altísimos, al menos que estuvieses dispuesta a ir a ferias o estaciones de metro.
Es así como surge la idea de nuestro modelo de negocio. Travieso Ropa, un lugar acogedor donde pueden comprar, hacer trueque o donar ropa, hasta talla 6.
Las y los invito a conocernos en nuestras redes sociales: @travieso.ropa tanto en instagram como Facebook, o a buscar en youtube los reportajes que nos han hecho de CNN o Mega Plus. En el próximo capítulo les contaré de que se trata con más detalles!
Gracias Mamá Confidente por esta oportunidad para contar mi historia y animarles a hacer pequeñas acciones para llevar una vida más sustentable con nuestros niños y niñas. Felices de leer sus comentarios.