Aprendiendo a vivir junto a Esperanza.

Por Karina Espinoza.

 

Hola, mi nombre es Karina y hace un año y un mes, soy mamá de Esperanza, mi Esperanza.

Desde los 5 meses de embarazo volví a vivir con mis papás, ya que vivía sola en un departamento en cuarto piso y sin ascensor.  Cuando Esperanza nació siempre estuve muy acompañada por mi familia, siempre hubo alguien para apoyarme cuando necesitaba bañarla, mudarla y alimentarla. Mis principales ayudantes eran mis sobrinas trillizas, de 8 años, que se peleaban entre ellas para pasarme el pañal, la crema, etc.

Una vez terminado mi posnatal, estuve con licencia médica 5 meses, por lo que tuve la fortuna de estar mucho tiempo al lado de mi hija, darle su primera papilla, pasar el frío invierno abrigaditas y regalonearla al máximo.

Traté de aplazar lo que más pude mi regreso al trabajo, pero como bien dice el dicho: no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague. Debía volver a trabajar en octubre y el solo hecho de pensarlo hacía que me llenara de miedo ya que volver al trabajo no significaba sólo eso, significaba trasladarme a la ciudad donde estaba mi trabajo, significaba que Esperanza debía ir a una sala cuna y significaba que por primera vez desde que ella nació debíamos estar solas.

Los primeros días fueron difíciles, tuve que aprender a hacer todo con ella a mi lado, ir al supermercado, hacer trámites, hacer aseo, bañarme y comer. Esto último es lo que más me ha costado, así que lo hago todos los días después de las 22:00 porque a esa hora Esperanza ya está dormida. Después de esa hora puedo dedicarme a los quehaceres de la casa, ya que después del trabajo y hasta que ella se duerme mi tiempo es exclusivamente de ella. La veo tan poquito durante el día que aprovechamos al máximo esas pocas horas juntas.

 

Otra de las cosas que me complicó bastante fueron sus baños, lavarle el pelo era terrible porque no me dejaba. Pasado unos días se pudo acostumbrar a la tina, no sin antes intentar miles de cosas para poder entretenerla y se dejara bañar. Tuve que llenar la tina de juguetes y hacerla partícipe en todo. Para lavarle el pelo compré una visera de ducha y fue fantástico porque lo usamos a modo de juego y le ahora le gusta como cae el agua de su cabecita.

Ya llevamos dos meses viviendo solas en otra ciudad y ya no se hace tan complicado llevarla para todos lados, lo que más disfruta es ir al supermercado ya que la siento en el carro y le fascina, algunas veces se aburre, pero ahí debo ingeniármelas para entretenerla y poder terminar las compras. Compré un coche paraguas y eso me ha simplificado bastante la vida, es maravilloso, fácil de armar, desarmar y súper liviano.

Mis días terminan después de las 12 de la noche, quedo súper cansada y duermo poco, pero cuando despierto al día siguiente y veo esos ojitos y esa hermosa sonrisa me digo: hoy será un gran día!!!. Y por la noche, al verla dormir me doy cuenta que no lo he hecho tan mal.

Por último, les cantaré que cuando logro tener todo listo para el día siguiente (ropa, almuerzo, aseo), antes de las 22:00 de la noche, me siento la mujer más realizada del mundo, sin duda Esperanza y yo hacemos un gran equipo.